El 16 de abril se conmemora el Día Mundial del Emprendimiento, una fecha pensada para reconocer a quienes apuestan por construir su propio camino laboral. En América Latina —y particularmente en Colombia— emprender no solo es una opción, sino muchas veces una necesidad ante la falta de empleo formal o el deseo de mayor autonomía profesional.
En Buk quisimos aprovechar esta efeméride para reflexionar sobre las condiciones de quienes trabajan por cuenta propia en la región: qué los impulsa, qué dificultades enfrentan y cómo se sienten con su vida laboral. Para ello, tomamos como base los datos del estudio Work in Progress 2025, que recopila las respuestas de más de 5.000 personas en Colombia, Chile, México y Perú.
Aunque el emprendimiento y el trabajo indpendiente suele asociarse con libertad, liderazgo y flexibilidad, también representa altos niveles de inestabilidad, largas jornadas y acceso limitado a beneficios laborales. A pesar de que existen iniciativas públicas para impulsar este tipo de trabajo, los resultados indican que todavía queda mucho por avanzar hacia una mayor equidad.
Un emprendedor es una persona que inicia un proyecto propio, generalmente con una idea innovadora, con el objetivo de crear un producto o servicio, hacerlo crecer y muchas veces escalarlo. Suele asumir riesgos económicos y operativos, y su meta a largo plazo es formar una empresa o un negocio sostenible.
Un trabajador independiente (también llamado freelance o autónomo) es una persona que trabaja por su cuenta, ofreciendo sus servicios o conocimientos sin estar bajo relación de dependencia. Generalmente, cobra por proyectos, horas o servicios específicos y no necesariamente busca formar una empresa.
Un trabajador independiente y un emprendedor comparten varias características: ambos trabajan de forma autónoma, gestionan sus propios horarios, no tienen un jefe directo, asumen riesgos financieros y son responsables de conseguir sus propios clientes o proyectos.
Sin embargo, se diferencian en su enfoque: mientras que el trabajador independiente ofrece directamente sus servicios o habilidades (como un diseñador freelance o un consultor), el emprendedor busca desarrollar y escalar un negocio propio, generalmente con visión de crecimiento a largo plazo. En resumen, ambos forman parte del trabajo autónomo, pero con objetivos y estructuras distintas.
En este artículo, hablaremos de los trabajadores autónomos que podrían ser tanto emprendedores como trabajadores independientes, ya que el foco principal de la nota es resaltar las características de las personas que no tienen un empleo tradicional en una organización.
Según el Banco de Desarrollo de América Latina, las motivaciones detrás del trabajo autónomo suelen estar relacionadas con la escasez de empleos formales y la búsqueda de mayor independencia.
Pero las razones también cambian según el género. Por ejemplo, en el informe “Radiografía de las Mujeres en el Trabajo 2024” de Buk, se observa que el 49% de las mujeres que trabajan por cuenta propia lo hacen para poder equilibrar mejor su vida laboral con las responsabilidades del hogar y los cuidados, lo que muchas veces es difícil en empleos tradicionales.
En el caso de los hombres, la principal razón tiene que ver con la posibilidad de diversificar sus proyectos, mantener el control de sus tiempos y actuar con autonomía (48%). Estas diferencias reflejan cómo el género influye en la decisión de emprender.
Pese a los desafíos que implica el trabajo independiente, los datos muestran que quienes trabajan de manera autónoma no están menos satisfechos que quienes trabajan en empresas.
Además, cuando se mide la felicidad laboral, los trabajadores autónomos lideran:
Esto sugiere que aspectos como la libertad para tomar decisiones, el sentido de propósito y el control sobre los tiempos influyen fuertemente en la percepción de bienestar.
Dentro del panorama laboral, quienes trabajan de forma autónoma enfrentan más retos al momento de organizar sus tareas y cumplir con sus responsabilidades a tiempo. Solo el 62% logra una planificación efectiva de su jornada, un porcentaje que se sitúa ligeramente por debajo del 64% reportado por quienes tienen un empleo tradicional.
En contraste, las personas que combinan el trabajo dependiente con un emprendimiento parecen desenvolverse mejor en este aspecto: el 67% afirma que logra estructurar sus actividades de manera eficiente. Este resultado podría estar vinculado con los hábitos de organización adquiridos en entornos laborales formales, que luego se trasladan a su faceta como emprendedores.
Sin embargo, más allá del tipo de ocupación, hay un factor que incide de forma clara en la capacidad de planificación: el nivel de compromiso con el trabajo. Este aspecto —considerado uno de los pilares de la felicidad laboral según el informe de Felicidad Organizacional de Buk 2024— tiene que ver con sentirse motivado, encontrar sentido en lo que se hace y experimentar crecimiento personal.
Cuando se analiza la planificación según el grado de compromiso, se observa una amplia mejora. En el caso de los trabajadores autónomos que se sienten altamente conectados con su labor, el 68% logra organizar y ejecutar sus pendientes de manera efectiva.
Aun así, incluso con un alto nivel de compromiso, el trabajo independiente continúa siendo el que presenta mayores desafíos en términos de organización. La ausencia de estructuras definidas, el acceso limitado a herramientas de apoyo y la necesidad de asumir múltiples roles afectan directamente su capacidad para planificar y ser productivos, como lo han documentado diversos estudios en América Latina.
Otro gran obstáculo para los trabajadores por cuenta propia es el acceso limitado a créditos y recursos económicos. La CEPAL indica que más del 45% de los emprendedores en la región no logra acceder a financiamiento formal por restricciones como puntajes crediticios bajos o falta de avales.
Esto repercute directamente en la posibilidad de crecimiento, innovación y formalización del negocio. También se refleja en su percepción sobre el salario:
Además, hay una brecha de género: los hombres emprendedores reportan un 24% de satisfacción salarial, mientras que entre las mujeres esta cifra baja al 15%.
Según datos del Banco Económico Mundial, el 48% del empleo global es generado por personas que trabajan de manera autónoma. Esto demuestra el peso que tiene esta modalidad en las economías, no solo de Colombia, sino de toda la región.
No obstante, para que el emprendimiento y el trabajo independiente sean una opción sostenible a largo plazo, es fundamental que vaya acompañado de condiciones laborales dignas, acceso a seguridad social y políticas que fomenten su profesionalización. Así como se puede hacer uso de herramientas que faciliten las tareas del emprendedor y hagan su labor sostenible a lo largo del tiempo.
En el país existen iniciativas como CEmprende, que promueve redes de colaboración, mentoría y oportunidades de financiamiento. Esta política ha buscado acercar a los emprendedores a herramientas útiles y crear un ecosistema de innovación más sólido.
Algunas recomendaciones clave, según Forbes:
Creatividad, iniciativa, perseverancia, tolerancia al riesgo, visión de negocio y capacidad para adaptarse al cambio.
Es el proceso de crear y desarrollar un proyecto o negocio propio a partir de una idea, con el objetivo de generar valor económico o social.
Cuando su emprendimiento se consolida como una empresa estable, con estructura organizativa, empleados y operaciones sostenidas en el tiempo.