Cada 21 de abril se conmemora el Día Mundial de la Creatividad y la Innovación, una fecha propuesta por las Naciones Unidas para destacar el papel fundamental que juegan estas capacidades en el desarrollo social, la solución de problemas y el crecimiento económico.
También es una excelente ocasión para analizar cómo influyen la creatividad y la innovación en el entorno laboral y por qué su fomento puede marcar la diferencia en la productividad, el bienestar y la competitividad de las empresas.
La innovación empresarial es la capacidad de una organización para desarrollar e implementar nuevas ideas, productos, servicios o procesos que generen valor y mejoren su posición competitiva. Esta no surge de manera aislada, sino que, de acuerdo con la OCDE, se ve fuertemente influenciada por factores como el liderazgo y la cultura organizacional.
Aunque a menudo se utilizan indistintamente, estos conceptos no son lo mismo. La creatividad consiste en generar ideas nuevas y útiles, mientras que la innovación implica aplicar esas ideas de manera efectiva para transformar procesos, productos, servicios o modelos de negocio. En un mundo empresarial que cambia con rapidez, ambas son esenciales para adaptarse y mantenerse vigentes.
El Global Innovation Index 2024 señala que la capacidad de innovar es crucial para el progreso tanto de las economías como de las empresas. No obstante, América Latina enfrenta retos importantes en este ámbito, como la baja inversión en investigación y desarrollo, una limitada digitalización y estructuras organizacionales poco ágiles que frenan el avance hacia mercados más competitivos y sostenibles.
A pesar de este panorama, algunos países de la región han logrado posicionarse como referentes en innovación. Brasil, junto con Chile y México, lideran el ranking latinoamericano ocupando los lugares 50, 51 y 56, respectivamente, entre 133 economías evaluadas. Más abajo se encuentran Colombia (posición 61) y Perú (75), lo cual evidencia que aún hay margen para reducir la brecha mediante políticas públicas más estratégicas e incentivos para fomentar la innovación en las empresas.
Según la Encuesta Work in Progress 2025 de Buk —que recopiló la opinión de más de 5,000 personas en México, Chile, Colombia y Perú—, hay señales positivas, aunque también áreas de oportunidad:
En este sentido, un estudio de McKinsey & Company refuerza que desarrollar una cultura de innovación es vital. Las organizaciones que logran esto tienen mayor probabilidad de tener éxito en procesos de transformación digital y, al mismo tiempo, se diferencian positivamente de su competencia.
Diversas investigaciones universitarias coinciden en que el liderazgo es un factor clave para que florezca la creatividad dentro de las empresas. Son las personas líderes quienes crean entornos donde las ideas se escuchan y se ponen en práctica. Esto no solo afecta a los procesos internos, sino también a la percepción de los equipos respecto al fomento de una cultura creativa.
Los datos de Buk muestran:
Esto confirma que el liderazgo tiene una influencia directa en qué tan innovadora puede llegar a ser una organización. El World Bank Institute también destaca que el liderazgo es un predictor determinante en los resultados de innovación: si el liderazgo no respalda activamente la innovación, es poco probable que esta prospere. Las acciones concretas y el ejemplo son clave.
El impulso a la creatividad e innovación no solo hace a las empresas más competitivas, también repercute positivamente en el bienestar y rendimiento de sus equipos. Entre los beneficios más destacados se encuentran:
Fomentar la creatividad y la innovación no solo impulsa el desarrollo económico y la transformación digital, también mejora la experiencia laboral de las personas. Las empresas que invierten en estos aspectos no solo se adaptan mejor a los cambios, sino que también construyen culturas organizacionales más sólidas, colaborativas y resilientes.
En el Día Mundial de la Creatividad y la Innovación, es momento de reconocer que liderar con apertura, escuchar ideas y apostar por el aprendizaje continuo no es solo una ventaja competitiva, sino una necesidad para construir empresas más humanas y sostenibles.