Una verdad incómoda: la empleabilidad no se mide por el cargo que tienes hoy, sino por la mentalidad con la que decides enfrentar el cambio.
Lo descubrí en carne propia cuando, después de más de diez años liderando equipos de Recruitment, en empresas multinacionales, decidí renunciar. Tenía un cargo estable, un muy buen jefe, un buen salario y los nombres de las mejores empresas de RR.HH en mi CV como siempre lo había soñado. Pero, por dentro, me sentí estancada. Llegó por primera vez a mi vida la sensación de “merezco algo más” . Y tomé la decisión más grande de toda mi vida: Soltar el mundo corporativo para emprender mi propio sueño. Esa transición hacia el emprendimiento me enseñó algo que hoy transmito con total certeza en mis mentorías: la empleabilidad empieza en la mente.
Más allá de tener un CV impecable o de sumar cursos, diplomados o certificados sin parar, la empleabilidad es la capacidad que tenemos colaboradores (dentro o fuera de una empresa) de mantenernos vigentes y atractivos para el mercado laboral sin importar el contexto.
En mi experiencia como mentora de líderes, he visto ejecutivos brillantes que se sienten “poco valorados” dentro de sus empresas o invisibles ante reclutadores — si es que han decidido buscar una oportunidad fuera— . El problema no es la experiencia, sino la mentalidad: cuando alguien se convence de que está “muy viejo”, de que “ya no hay oportunidades”, de que “el puesto ya está asegurado para otro” o de que las cosas en su sector “están difíciles”, su empleabilidad cae en picada, aunque su talento siga intacto.
Los retos de hoy no están en la falta de vacantes, porque no nos digamos mentiras, en las áreas de RR.HH tenemos vacantes todos los días, todo el tiempo y luchamos incansablemente por cubrirlas a tiempo y con los mejores. Están en estos bloqueos invisibles:
Un ejemplo real: Acompañé a un gerente en México que llevaba 15 años en la misma empresa. Su mayor miedo no era “no encontrar trabajo”, sino “no saber si lo valorarían afuera”. Durante todos esos años asumió el rol de “indispensable” en esa empresa. Y cuando de repente estaba fuera, su piso se movió por completo. La comodidad que sintió por años sencillamente desapareció. Cambiar el cuento que se contó por años así como su mentalidad tomó tiempo y sobre todo energía y compromiso, y en menos de seis meses recibió una propuesta de una compañía internacional.
Aquí es donde RR.HH. juega un rol crucial. No se trata solo de contratar o despedir, sino de acompañar la empleabilidad de los colaboradores en todas las fases de su carrera.
Un caso: Una estudiante en Colombia que se quedó fuera por una reestructuración. La empresa hizo el debido proceso de indemnización por finalizar su contrato, le entregaron “una buena suma”. No solo con dinero, sino con apoyo desde RR.HH, consiguió empleo en semanas , y además salió con la sensación de ser valorada por la empresa que la despidió. Eso también es retención de talento, aunque parezca contradictorio.
Después de conocer ambos lados de la moneda tanto como empleada, reclutadora y dueña de empresa concluyo que ignorar la empleabilidad de los colaboradores cuesta muy caro:
Un talento invisible y poco valorado es un talento que, tarde o temprano, se va.
En mis mentorías he identificado patrones que se repiten en distintos países:
Un estudiante en Perú me decía: “Tengo 20 años de experiencia, pero siento que me quedé detenido en el tiempo. No sé como se busca empleo hoy”. Ese es el reflejo de un mercado que cambia más rápido que la mentalidad de sus profesionales y que como RR.HH aún tenemos un gran trabajo por hacer al interior de las empresas para entregar herramientas que empoderen y favorezcan la seguridad y confianza de los colaboradores.
La empleabilidad ya no es un problema solo del colaborador después de salir de la empresa. Es el reto estratégico que toca directamente la sostenibilidad de las empresas y la retención de su talento.
Y aquí está la clave: ninguna estrategia de RR.HH. funcionará si no se trabaja primero la mentalidad de sus colaboradores. Porque la empleabilidad empieza en la mente de cada líder: en su capacidad de reinventarse, de confiar en su valor y de mostrarse al mercado con seguridad.
Invertir en la mentalidad de los colaboradores ya no es un lujo, es la diferencia entre empresas que sobreviven y empresas que trascienden.